Eremitorio rupestre. Su cronología se sitúa entre los siglos VII y VIII, en época visigoda.
SITUACIÓN Y ACCESOS:
La cueva artificial de San Pedro se halla excavada en las laderas de la Sierra Tesla a la altura de Tartalés de Cilla y en su mismo término municipal. Para llegar hasta la cueva debe tomarse la carretera Oña-Trespaderne, y dos kilómetros antes de llegar a esta última localidad se encuentra la desviación a Tartalés de Cilla, donde, desde el mismo pueblo puede verse Ia boca de la cueva a unos 300 m en dirección Norte.
DESCRIPCION:
A pesar de la preponderancia de las calizas en la Sierra Tesla existen algunas afloraciones de roca arenisca intercaladas entre aquellas. En una de estas formaciones de arenisca el ermitaño excavó su cueva. Las características más notables de esta son: dos departamentos hoy unidos, pero que en los tiempos que habitaron los eremitas pudieron estar separados por algún tipo de puerta. EI departamento de la derecha, con un diámetro de 1,70 m, tiene a su vez excavada una gran ventana en forma de chimenea informe de 1,75 m, que posiblemente serviría para recogida de agua en días de lluvia; apoya esta tesis el que en el suelo y excavada en la roca exista una pila rectangular de 0,55 x 0,42 m, que pudo servir como baptisterio. La habitación principal es de forma rectangular de 5,73 m de largo por 3,70 m de ancho y 3,30 m en la parte más alta. A la izquierda podemos ver una hornacina de grandes proporciones y casi a nivel del suelo, que seguramente fue el lugar donde los eremitas celebraban sus ceremonias. Sus medidas son 1,60 m de ancho por 1,85 m de profundidad y 1,25 m de altura.
Se pueden apreciar diversos símbolos cristianos por todo el ámbito de la cueva, pero con más profusión en la pared donde se encuentra el nicho, así como en el umbral del departamento de la derecha. Igualmente podemos ver diversas hornacinas excavadas en lugares a nuestro parecer estratégicos, como son: junto al nicho mayor y una a cada lado del acceso al departamento donde se encuentra la pila. Dos tumbas pueden contemplarse a la izquierda de la entrada del eremitorio, excavadas paralelamente con orientación E. W. Estas tumbas de 2 y 1,90 m respectivamente no están trabajadas con la perfección que hemos podido comprobar en otros eremitorios, quizás se deba a estar en roca arenisca y al exterior, lo cual ha ocasionado un considerable deterioro.
Por su indudable interés vamos a reproducir una reseña íntegra que sobre esta cueva y tumbas escribe Julián García Sáinz de Baranda en su magnífico libro "Historia de las Merindades de Castilla". En el capítulo "Historia externa" (pág. 32) leemos: <"Más como dice el padre Ibero, lo más interesante son los sepulcros en roca; cita como curiosa la necrópolis de Valredonda (La Molina), la que se compone de dólmenes sin galería, túmulos, algún trilito, cestas y sobre todo torres dolménicas. Los sepulcros de Tartalés, formados de tres hitos de forma de cañón, para sepulcros de la edad eneolítica; uno que fue descubierto y medía cinco metros y contenía cerámica fina. Sobre ellos se halla una gruta artificial llamada de San Pedro, que según dicho padre, encierra dos sepulcros, uno, el de la derecha, de incineración probablemente de un guerrero de la edad del Bronce, feamente herido en el campo de batalla, otro, el de la izquierda, es de dormitorio y de mujer, como se puede apreciar en la estilización ornamentada de la pared lateral>.
También Fray Justo Pérez de Urbel nos habla algo de Tartalés de Cilla. En su magnífica obra "El Condado de Castilla" al referirse a esta pequeña localidad burgalesa dice lo siguiente: "La iglesia parroquial está dedicada a San Fermín, sin duda este San Fermín misterioso, del cual no conservamos otras noticias y que debió ser un austero anacoreta de la época visigoda o uno de los monjes que dirigieron la repoblación", Y más adelante: "Tal vez el nombre de Cilla, corrupción de Cella, atestigua fundación monástica, que juntamente con el nombre pudo dejar los restos de Tartalés de Cilla, explicando además la presencia de una ermita con la advocación de Nuestra Señora de los Godos, donde admiró Argaiz una gran multitud de arcas de piedra o sepulcros.
Fray Justo Pérez de Urbel cita a Argaiz, I. c., pág. 435: RESUMEN: Creemos que la teoría del Padre lbero, no está debidamente encaminada, al considerar las tumbas de esta cueva como de la edad del bronce. La existencia de estos dos sepulcros al pie de la cavidad hace suponer que fueron dos los eremitas que habitaron en ella y quienes los ocuparon. Pudiera ser que uno de los anacoretas fuera este San Fermín que cita Argaiz y el otro un discípulo suyo, por lo que sería muy interesante consultar fuentes hagiográficas. No creemos que la denominación de la cueva -San Pedro- corresponda al otro eremita, sino más bien, a la advocación que se dedicó. EI eremitorio, debido a Io deleznable de la roca, ha sufrido una fuerte erosión, no presentando muestras claras de arquitectura alguna; sin embargo, creemos ver un posible arco visigodo notablemente desfigurado. Este detalle, junto con los datos recogidos de la reseña anterior, nos hace pensar que estamos ante un habitáculo de anacoretas de la época visigoda.
Archivo y Catastro del G. E. Edelweiss.
Rubio Marcos, E. (1981): Eremitas en el Norte de Burgos, Kaite. Estudios de Espeleología Burgalesa, 2, pp. 77-139. Grupo Espeleológico Edelweiss. Burgos.