Cuevas del Piscarciano y de las Vacas
A pocos kilómetros de Soncillo, ya en término de Hoz de Arreba, se localiza el Complejo Kárstico de Piscarciano, una de las mayores cavidades de la provincia de Burgos. La carretera que enlaza ambas localidades realiza una curva muy acusada para librar el barranco de Vallengua, en el que se localiza la Hoya de Piscarciano que, en momentos puntuales, después de intensas precipitaciones o desnieves, llega a inundarse de agua, deparándonos una bella imagen del lugar bastante desconocida.
Probablemente el origen de la citada depresión esté motivado por el hundimiento de una gran sala que dejó al descubierto, en ambos extremos de la misma, el acceso a sendas cavidades en las que debió buscar refugio un bandolero que apodaban El Piscarciano, del que con el tiempo tomó su nombre la cavidad.
Si bien las cavidades son conocidas por numerosos grupos espeleológicos los primeros trabajos que se realizaron en ellas, con una cierta sistemática, se deben a un grupo de Alcoy y, por indicación del Grupo Edelweiss, a otro de la Universidad de Lancaster (Inglaterra). Posteriormente el burgalés Grupo Niphargus completó la exploración y topografía del conjunto, que hace años fue publicada.
Todas las bocas de entrada son yacimiento arqueológico, por lo que las prospecciones no autorizadas están prohibidas por la normativa vigente. En una de ellas el Grupo Edelweiss descubrió, hace 15 años, un importante yacimiento arqueológico de cronología musteriense, que delata su ocupación por el Hombre de Neandertal.
En el borde norte de la depresión, oculta entre la vegetación, se abre la boca actualmente conocida como Cueva del Piscarciano, cavidad de más de 13 kilómetros de desarrollo total que, en los momentos de estiaje, puede ser parcialmente explorada si logramos superar el enorme barrizal de su entrada, mucho más acusado si la última inundación ha sido reciente.
En el borde sur, un enorme portalón de entrada indica la presencia de la Cueva de las Vacas, por donde en las grandes avenidas se sumen las aguas que emergen por la Cueva del Piscarciano. Si la visita la hacemos en periodo estival, con equipo e iluminación adecuados, podremos internarnos por la cavidad y tras descender con mucha precaución por una rampa de bloques, acceder a un largo tramo horizontal de galería, de fácil recorrido, hasta volver a ver la luz exterior en otra entrada diferente, abierta en un privilegiado hayedo. Se tiene constancia de que, en 1927, ya se realizó por gentes del lugar este mismo recorrido, aunque en sentido inverso al descrito.
Como ya hemos apuntado, en momentos de crecidas resurge por su boca el río que antes emergió por la Cueva del Piscarciano, conocido como Trifón, mientras que el resto del año su surgencia habitual se localiza en la Cueva de las Arenas, localizada a muy pocos metros de la Cueva de las Vacas.
La visita a este singular entorno merece la pena que se complemente con otra al próximo Desfiladero de Las Palancas, que se inicia en el pueblo de Landraves, remontando desde aquí el arroyo de la Serna, afluente del Trifón, según cuentan uno de los lugares por los que merodeaba El Cariñoso, uno de los últimos maquis que sobrevivieron por estas tierras de Cantabria y norte de Burgos.