Hace ahora dos años, en el curso de las exploraciones efectuadas por el Grupo Espeleológico Edelweiss en el entorno de la localidad de Las Machorras (Espinosa de los Monteros), y no lejos del puerto de Las Estacas de Trueba, se llevó a cabo el descubrimiento de un nuevo acceso a la Torca de Sogalamuela. Este hallazgo dio como resultado una curiosa red de 1.546 m de desarrollo y 106 m de desnivel que pasó a formar parte del Catálogo de Grandes Cavidades de la provincia de Burgos.

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Entre los resultados de los trabajos destaca el hallazgo en el fondo del último pozo de un esqueleto, prácticamente completo y en posición anatómica, de un ejemplar de oso pardo (Ursus arctos), una especie cuya presencia en estos montes debió extenderse muy probablemente hasta finales del siglo XIX o principios del XX. La existencia en las galerías inferiores de la cavidad de importantes depósitos de materiales de arrastre (áridos y cantos rodados de variada sección), de hasta 5 metros de espesor, pudiera apoyar la hipótesis de que en el pasado esta cavidad hubiera formado parte de una gran red por la que circulaban torrentes de caudal considerable, en un período muy anterior a la formación del relieve actual.

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Tras efectuar la comunicación pertinente de los hallazgos de los restos óseos a las autoridades y solicitar el permiso necesario, el pasado 21 de octubre un equipo de ocho espeleólogos del Edelweiss dirigido por el arqueólogo y miembro del GEE Carlos Puch, en el que también figuraba un integrante de la corporación municipal de Espinosa de los Monteros, procedió a realizar la cuidadosa extracción completa del esqueleto. Para ello fue necesario instalar polipastos y tirolinas que garantizaran el correcto traslado de los restos debidamente empaquetados, así como la máxima seguridad del equipo a cargo de las labores.

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Habitualmente, los restos óseos que aparecen en las cuevas se encuentran dispersos, principalmente a causa de la remoción por las aguas de infiltración y la acción de depredadores y carroñeros que acceden al interior. El esqueleto aquí descubierto, por contra, se hallaba prácticamente en la posición en la que el animal exhaló sus últimos alientos después de haber caído accidentalmente por un pozo de 30 metros. Esta condición, unida al excelente estado de conservación de buena parte del mismo, facilitará su restauración y posterior montaje.

En los próximos meses los huesos serán limpiados y consolidados en un cuidadoso proceso en el que participarán los jóvenes investigadores del proyecto Espiciencia. Concluida esta fase, se procederá a llevar a cabo la donación del esqueleto al Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros para su instalación, en la posición en que se descubrió, en el Museo Etnográfico de la localidad para su exhibición pública.

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Cabe mencionar que, en paralelo a estos trabajos paleontológicos, la doctora Ana Isabel Camacho, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (CSIC) y miembro del GEE, ha estudiado ejemplares de diminutos crustáceos subterráneos que fueron recogidos en un muestreo llevado a cabo en el pequeño arroyo temporal que discurre a escasos metros del yacimiento del oso ahora recuperado. Entre los ejemplares hallados destaca una especie de batineláceo descubierto por ella en el Complejo Kárstico de Ojo Guareña y habitual en estos montes (Vejdovskybathynella edelweiss).

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Con estos trabajos el Grupo Edelweiss manifiesta su importante compromiso con el desarrollo cultural y social de la provincia de Burgos.

La realización de estas labores ha sido posible gracias al apoyo de la Diputación Provincial de Burgos, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros, así como el proyecto de jóvenes científicos Espiciencia. También se ha contado con la inestimable asesoría del Doctor Trinidad de Torres, principal especialista mundial en úrsidos fósiles.

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