La Cueva Fantasma de la Sierra de Atapuerca, que tan sólo hace unos días fue presentada a los medios de comunicación, mientras se realizaba la limpieza de las escombreras de antiguas canteras que la recubrían para dejarla preparada para iniciar su excavación en la campaña de 2017, se ha adelantado a las previsiones más optimistas y ha deparado un gran fragmento de parietal humano del Pleistoceno Medio. Se convierte así en el quinto yacimiento kárstico de este enclave burgalés que depara fósiles humanos pleistocenos de homínidos anteriores a los neandertales. Un hecho absolutamente sin parangón en todo el continente europeo.
Historia del yacimiento
En 1981, el Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE), en su Estudio de las cavidades de la Sierra de Atapuerca publicado en el número 2 de la serie Kaite, Estudios de Espeleología Burgalesa incluía a una pequeña cueva y tres gateras próximas existentes en una de las canteras abandonadas en el término de Torcas, sobre la famosa Trinchera del Ferrocarril, sigladas en el Catastro Espeleológico Burgalés como BU-IV.A.28. En esa misma publicación se incluía un sencillo plano sobre la cavidad y también se incorporaba en los planos del conjunto de las cavidades de la Trinchera y de ese sector de la Sierra de Atapuerca.
Durante muchos años era simplemente una de las muchas cavidades seccionadas por la Trinchera del Ferrocarril, o por las canteras del término de Torcas, en la que a simple vista se apreciaban restos fósiles faunísticos, de forma similar a lo que ocurre en otros muchos rellenos sólo visibles desde el interior de las cavidades. El Equipo de Investigación de Atapuerca se concentraba en los enormes y espectaculares yacimientos de Trinchera: Dolina, Galería y Elefante, así como en la Sima de los Huesos de Cueva Mayor. Posteriormente las excavaciones se fueron extendiendo a la Cueva del Mirador, al Portalón de Cueva Mayor y a la Galería de las Estatuas, aparte de otros yacimientos del exterior. Casi sin saber cómo, aquella cavidad catalogada por nosotros con la sigla BU-IV.A.28 comenzó a ser conocida como la Cueva Fantasma desde los primeros tiempos en que las excavaciones las dirigía Emiliano Aguirre.
No obstante, en las conversaciones con Eudald Carbonell, uno de los codirectores del EIA junto con José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, siempre rondaba el hecho de que se encontraba en cotas más elevadas que correspondían a los niveles más altos del karst, a diferencia de lo que ocurría con Dolina, Galería y Elefante que pertenecían al nivel intermedio. Eso habría significado que cuando los niveles freáticos comenzaron a descender, las cavidades y galerías del nivel superior ya habrían quedado libres de las aguas mientras que las de los niveles intermedio e inferior continuarían anegadas, lo que podría suponer un teórico potencial para albergar yacimientos aún más antiguos. Pero una potente escombrera de otras canteras aún más elevadas llegaba al pie de la cavidad.
Dentro de las investigaciones realizadas por nuestra compañera del Grupo Espeleológico Edelweiss Ana Isabel Ortega, encaminadas al mejor conocimiento del karst de la Sierra de Atapuerca y su relación con los yacimientos, durante los años 2003 al 2005, realizamos diversas tomografías de resistividad eléctrica (ERT, en sus siglas inglesas), con la colaboración del geólogo de la UBU José Ángel Porres. Se trataba de conocer la continuidad de las galerías kársticas más allá de donde podíamos explorarlas, así como contrastar nuestras hipótesis previas y hacer una inicial evaluación del potencial de los rellenos sedimentarios que se detectaban en las diferentes cavidades. Los perfiles 11 y 12 se hicieron pasar muy cerca de la Cueva Fantasma (que incluso se proyectó en uno de ellos). Esos perfiles indicaban claramente que por debajo de la escombrera existía un importante relleno sedimentario que aparentemente correspondía a la misma cavidad. Dichos perfiles fueron incluidos en la tesis doctoral que la propia Ana Isabel Ortega defendió en 2009.
Poco después, en 2010, se publicó un artículo específico sobre las citadas tomografías en el número 17 de la revista Archaeological Prospection, pp. 233-245 (enlace al final de este texto) y, en 2012, una versión más divulgativa y en castellano, en el número 16 de nuestra revista Cubía, Boletín del Grupo Espeleológico Edelweiss, pp. 34-48 (enlace al final de este texto). En ambos ya venían claramente reflejados los rellenos kársticos existentes bajo las escombreras y asociados a la Cueva Fantasma, del mismo modo que también se presentaban otros perfiles en los que otros rellenos detectados empezaban a aclarar conceptos y a atisbar posibilidades futuras en la Sierra de Atapuerca. Sin embargo, no fue hasta 2015 cuando Ana Isabel Ortega, junto con Lucía Bermejo, reanudaron las investigaciones geofísicas en la zona. Se realizaron otros perfiles ERT con mayor precisión, así como otros con georadar (GPR) y nuevamente volvió a quedar claro que frente a la Cueva Fantasma existía un relleno kárstico de gran profundidad parcialmente oculto por la escombrera. De común acuerdo con Eudald Carbonell y el geólogo Josep María Parés, se realizó una perforación con recuperación de testigo que confirmó un relleno de más de 18 metros de potencia. La revisión del testigo sedimentario recuperado de la perforación reveló que buena parte de ese relleno seguía siendo fértil. Nos encontrábamos, por tanto, frente a otro gran conducto kárstico, en esta ocasión perteneciente al nivel superior del karst, relleno de sedimentos fértiles. La opción de que en los niveles superiores pudieran aparecer niveles muy antiguos empezaba a tomar cuerpo.
En 2016, aparte de continuar con la realización de perfiles geofísicos de ERT y GPR por todo el entorno de los yacimientos y de realizar otros sondeos para confirmar la potencia de los rellenos kársticos detectados, se procedió a la progresiva evacuación de la escombrera de la antigua cantera. En los primeros días de julio el aspecto de la Cueva Fantasma ya había cambiado sensiblemente, se intuían ya unas dimensiones considerables y se apreciaba la ubicación de la perforación protegida bajo un plástico azul. Pero a medida que la limpieza de la escombrera iba progresando, se iba comprobando la magnitud del nuevo yacimiento.
Finalmente, a última hora de la tarde del jueves 21 de julio, apareció en el corte una calota de cráneo que, en cuanto comenzó a limpiarse en la mañana del día 22, se reveló como indudablemente perteneciente a un homínido fósil.
En la última imagen Eudald Carbonell junto a Josep Vallverdú y Ana Isabel Ortega, los dos especialistas que se han encargado del seguimiento de las obras de desescombro para dejar preparado el yacimiento para su excavación en 2017.
Enlaces relacionados:
Prospección Geofísica por Tomografía Eléctrica en el karst de la Sierra de Atapuerca.pdf
Applying ERT to the identification of endokarstic geometries in the Pleistocene sites of the Sierra de Atapuerca.pdf