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Catálogo de Cuevas de Burgos
Catálogo de Cuevas
Fortificación inicial, Ermita.
Situación y accesos:
Se halla situada en el término municipal de Oña a unos 300 m de esta localidad, en dirección a Trespaderne y a la derecha de Ia carretera en la base del cortado que forma el Pico Barbadillo. Podemos contemplar los restos de esta ermita o eremitorio desde la misma carretera en un merendero existente al lado del río Oca, entre Oña y el puente de La Blanca. El desnivel aproximado que existe desde la carretera hasta la cueva es de unos doscientos metros, no hay camino para llegar a ella y el acceso se realiza con bastante dificultad.
Descripción:
En realidad no se trata de una cueva propiamente dicha, sino de un abrigo natural bastante profundo y muy frecuente en esta clase de formaciones calcáreas. El abrigo en sí tiene varias decenas de metros, desde el pico hasta juntarse el estrato con la carretera, pero el eremita o los eremitas sólo han habitado una parte que, lógicamente, es la más llana, coincidiendo con la mayor altura y profundidad. Para un mejor entendimiento, y con objeto de respetar la denominación con que el pueblo la conoce, llamaremos a este abrigo Cueva de Santa Ana, obviamente, sólo la zona que fue habitada. Poco antes de llegar a la cueva comprobamos la existencia de un contrafuerte de piedras donde están las escaleras que facilitan el paso al interior de Ia misma, en ella podemos ver los restos de las paredes que la cubrieron, existiendo un muro de 4 m de longitud por 3 m en la parte más alta. A juzgar por los vestigios de muros que todavía se conservan, el contorno de la cueva debió tener una longitud máxima de 20 m. con una profundidad media de tres metros. El muro que cubría el lado Sur es ostensiblemente más grueso, con un espesor de 1,23 m. y dos escalones de 0,85 y 0,40 m. La disposición de estos nos hace creer que fuera aquí donde estuvo el altar. Desde esta cueva, los eremitas dominaban a la perfección el desfiladero, así como la población de Oña junto con el monasterio, pasando ellos inadvertidos.
Es notable en este eremitorio, la ausencia de huertos cultivables así como la dificultad del eremita para llegar hasta el agua, sin embargo, Ia escabrosidad del terreno elegido para su habitáculo sí tiene concordancia con la forma de vida del eremita. creemos de interés para esta descripción la mención que Tomás Moral hace en "España Eremítica" en el capítulo "Manifestaciones eremíticas en Ia Historia de castilla. "Más cercano a la ciudad y en lugar agreste nos sale al paso otro foco eremítico en Oña. Junto con su zona limítrofe es la parte de la provincia burgalesa que presenta una máxima concentración de materiales referentes al eremitismo.
Desde tiempo anterior a Ia fundación del monasterio por Don Sancho García en 1011, para su hija Trigidia, abadesa en el cenobio dúplice, contó en su término municipal numerosas ermitas.
Ha llegado hasta nosotros la advocación de algunas de ellas: santa Ana, sobre las rocas del río cercano al Monasterio y a un kilómetro al Noroeste; La Magdalena, hoy San José, en la huerta; Santa María la Blanca, a un kilómetro al norte; San Cristóbal, sobre el llamado Mazo del Monte del mismo nombre; San Miguel de Pando, sobre el mismo monte; Santervás, sobre la Butrera; Santo Toribio en la huerta; San Vitores a unos tres kilómetros al Oeste. indudablemente, y así Io juzgamos, se trata de ermitas habitadas por anacoretas, aunque en algunas no pueda probarse documentalmente; y no ha de extrañarnos esta afloración eremítica si tenemos en cuenta el impulso dado por San lñigo, quien, después de hacer vida anacorética en los reinos pirenaicos, abandonó los riscos salvajes de San Juan de la Peña para hacerse cargo del gobierno de la Abadía de Oña". Por todos los indicios parece seguro que la ermita de Santa Ana a que se refiere, es esta cueva que nos ocupa. Julián García Sáinz de Baranda en "Historia de las Merindades" (página 212), al hablar del Monasterio de San Salvador de Oña y su fundación dice: "AI principio este Monasterio fue de religiosas solamente, viviendo en él la infanta con el título de abadesa, acompañada de otras damas y servidumbre femenina que, a invitación suya, querían vivir Ia vida del claustro. Para el servicio del monasterio, puso el conde una comunidad de varones, resultando así un monasterio de los llamados dúplices. Muerta la infanta, desapareció la comunidad, quedando sólo los monjes, los cuales adoptaron para su gobierno la regla de San Benito". Habría que pensar pues -si también la cueva- con advocación de santa -único caso que conozcamos en Burgos-, sería habitada por mujeres anacoretas o ermitañas en aquella primera época del monasterio de Oña, y desde luego debieron ser más de una eremita dada la magnitud de las obras realizadas en el cenobio. Posiblemente estas ermitañas dependerían del monasterio.
Archivo y Catastro del G. E. Edelweiss.
Rubio Marcos, E. (1981): Eremitas en el Norte de Burgos, Kaite. Estudios de Espeleología Burgalesa, 2, pp. 77-139. Grupo Espeleológico Edelweiss. Burgos.
Rubio 1981. Monreal 1989. Reyes 2011. Rojo 2012.